HOY RECUERDO LOS DIAS DEL DENTISTA

Ayer estuvimos en Tarifa acompañando a nuestra amiga Gabi, pues se ha muerto Eusebio. Nos ha dado mucha pena pues aun son muy jóvenes, aunque así es la vida y esto nos demuestra que ya estamos en primera línea.
Siempre lo estamos pero ahora se nos da mas claro; ya no son nuestros padres y mayores los que mueren ya vamos siendo nosotros, nuestra generación.

Bueno no es este el tema de este escrito. Era a modo de introducción, pues fue allí frente al tanatorio de Tarifa, en el Bar Facundo donde nos sentamos por la tarde antes de venirnos para la casa a tomar un café con mi prima Mercedes y Manolo Arroyo (Mc. Giver)

Bueno pues entre otras cosas Manolo venia del dentista y surgió el tema.
¡Los dentistas ganan mucho! Pero entonces recordé que esto no es de ahora y les conté la historia de cuando yo era pequeño y del dentista que venia a mi casa.

En Facinas no había de nada y menos dentista, en Tarifa tampoco lo había, y en Algeciras había uno o dos, y las comunicaciones malas, o un taxi (Paco Quintana) o el Coche Correos (Autobús de Comes) este ultimo malo pues salía de Facinas a las 8 de la mañana y volvía a las 4 de la tarde. Todo el dia fuera para ir de compras, o al medico o dentista, y Paco Quintana valía mucho dinero y no todo el mundo se lo podía permitir

En estas circunstancias un dentista en Facinas tendría un éxito enorme.

Eran los años sesenta, la mala alimentación y la nula higiene bucal de aquellos tiempos dio lugar a un elevado número de caries en adultos y pequeños.

Eran pocas las personas que podían veranear en aquellos años, pero si había algunos. Entre ellos un tal Don Antonio, dentista de Madrid, que todos los veranos de muchos de aquellos años se venia buscando la tranquilidad de nuestras playas quizás augurando lo que en nuestros días es la fiebre de la movida de Tarifa.

Pues bien Don Antonio “se olio la Tostá” y en su equipaje incluía todo su instrumental de trabajo, (jeringas de anestesia y forces varios.) Se busco una enfermera de Tarifa creo que parienta nuestra de los Rodríguez o algo así, y entre baño y baño sacaba mas dientes que cuarenta Ratones Pérez todos juntos.

Dejo a medio Tarifa mellado.

Y mira por donde contacta con Antonio Gil, mi padre, y acuerdan que vendría también a Facinas, así los de Facinas no se tendrían que desplazar.
Clínica no había ”pero sin problemas” aquí esta Antonio Gil para resolverlo.

“Mi casa en el comedor; en una silla, tenemos un buen patio para sala de espera”.

Y allí empezó el sufrimiento veraniego de mi madre y de mis hermanas
Creo recordar que tocaba los jueves. Y desde las dos de la tarde que teníamos que comer prontito para dejar la casa limpia y aseada, mi familia no paraba.

Empezando por los que venían prontito a coger la vez, y se acomodaban en nuestro patio, aquello se iba llenando de gente de Facinas y del campo de Tahivilla de la Zarzuela y de todos los rincones de la comarca. Con la consiguiente escandalera, charloteo y escupitajos (con perdón) los primeros mas sanos, los últimos sanguinolentos.

Y mis hermanas a tirar en el regajo el cubo de los dientes, y a limpiar patio calle y alrededores, amen de la casa. El vater también lo usaban bastante, y bebían agua que había que fregar no se cuantos vasos.

Todo eso sin contar los mareos y desmayos, pero a la hora de la verdad, El Madrileño Don Antonio, se llevaba LOS DUROS. Y mi padre se quedaba con dos palmos de narices, y los relatijos de mi pobre madre que no entendía porque era tan altruista mi padre, bueno esa palabra ella no la conocía y diría otra, tampoco conocía Gilipollas, esa es más moderna, ella se contentaba con decirle tan tontiiiisimo.

Pues bien la cosa iba de mal en peor y mi padre no era capaz de plantarle cara, al Cara dura de Don Antonio. No recuerdo pues yo tendría unos nueve o diez años pero aquello duro varios veranos, hasta que mi padre se decidió a pedirle comisión al Cara dura. Del dentista.

Que paso, que el muy listo se busco un socio oficial, se fue al consultorio del seguro al Ayuntamiento, mi padre todavía no estaba allí. Pero se quedo sin dentista. Bueno sacamos algo, a mi me quito dos o tres dientes y alguna muela. Así estoy que no tengo casi muelas.

No quedo aquí la cosa, el dentista dejo de venir, pues en Tarifa tenia tanto trabajo que no le merecía la pena venir a Facinas.

Así que Facinas otra vez sin este servicio.

Por aquellos años contacto con mi padre un protésico dental, que entonces se llamaba mecánico dentista, también Don Antonio, este no era Madrileño.

Era de La Línea, parece que lo estoy viendo, calvo, delgadito con gafas y muy chiquitillo eso si trajeado y con bigote, muy buena persona, y empezó por venir a tomar medidas para hacer los dientes que el Madrileño se había llevado, es decir a subsanar las mellas dejadas por el otro.

Pues bien también venia a mi casa, y entre medida y medida sacaba algunas muelas, pues se le daba bien al hombre (menos mal que mi padre no aprendió, si no la lía).

Este hombre creo que le daba algo a mi padre y le hizo una dentadura a mi madre que no le quedaban ya dientes, creo que se los saco todos el de Madrid.

Pues bien llego a oídos del Don Antonio que en casa había un intruso, y lo denuncio. Sin ningún miramiento hacia mi padre que antes le había proporcionado tanto trabajo, y gratis.

Solo recuerdo la preocupación de mi padre y que fue la primera vez en mi vida que fui yo a La Linea de la Concesión. Creo que nos llevo Gaspar o Antonio Pérez, los primos Canarios que venían los veranos, y tenían coche.

Fuimos a buscar al dentista para que no viniese, no tenia teléfono ni modo de comunicar con él, solo buscándolo en La Linea, y dimos con él.

El problema era que para probar la denuncia de intrusismo lo tenían que pillar con las manos en la masa, mejor dicho “en los dientes” pero como mi padre tenía amigos hasta en el juzgado, se entero y corrió a avisar a aquel pobre hombre.

Era un pobre hombre vivía en la Atunara en un patio de vecinos, y tenia muchas bocas que alimentar así que se buscaba la vida arreglando las bocas de los demás.

Ahora fue el madrileño quien se quedo con los dos palmos de narices esperando que apareciera el Mecánico, que nunca mas apareció.

Aunque creo recordar que pocos meses después apareció por casa aquel hombrecillo que se me representaba a Mortadelo pero en bajito. Venia a darle las gracias a mi padre.

Años después aquella moda del dentista volvió estando ya mi padre en laconsulta del seguro en el Ayuntamiento, entonces fue cuando vino a Facinas Don Ventura Morón que era sobrino de Don Ángel Morón aquel veterinario también delgadito calvo pequeñito y algo mareado siempre, que vivía en la casa de encima del Banco
(Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Cádiz) recuerdo a su mujer, Anita. Y a su hijo pequeño Carlito el del Veterinario, tenía más hijos muy modernos para la época.

Pues bien don ventura tenia sillón torno y mas aparatos de dentista que por lo visto eran de su padre también dentista, y se los trajo a Facinas y allí estuvo trabajando una temporada.

Luego ese sillón perduro allí años y años hasta mi época con Maite.

También siendo yo Alcalde y ATS de Facinas vino otro dentista sevillano, que enseño a Maite el oficio, luego se instalo en Tarifa y luego en Algeciras era Juan Antonio Iglesias.

Hasta yo saque alguna muela en aquel famoso sillón. Que sirvió hasta los años noventa.

No ya para dentista pero si para realizar todo tipo de curas y practicas de enfermería y medicina – era muy apañado el silloncillo y mas viejo que el demonio.

Vicente G. Gil 01/06/05 20:38 horas.